La ética de la moda barata

 

Hace unos días se emitió un reportaje sobre la moda barata en el programa Millenium de La 2, en el que aparecen unos fragmentos de una entrevista que me hicieron en Diciembre. Las afirmaciones que digo las sostengo al 100%, aunque ciertamente he de reconocer que me ha decepcionado un poco el que no se haya incluido mi línea argumental completa, ya que muchos podrán pensar que yo sostengo cosas que no sostengo. Así que me he decidido a escribir este post, por si a alguien le interesa.

La premisa que allí ha quedado patente y que sigo sosteniendo es que las condiciones laborales de muchas de las personas que trabajan en los talleres de Asia donde se produce mucha de la ropa que llevamos, son indignas. Por ejemplo, doy el dato de Bangladesh, quizá un país extremo, donde el salario medio de una mujer cosiendo en un taller puede oscilar entre los 70-80 USD/mes, y que con ese salario y el de su marido, no consiguen llevar una vida digna. Además, las condiciones laborales, de seguridad e higiene en esos talleres no cumplen muchas veces unos estándares mínimos, a pesar de las inspecciones. También cito una ley inglesa sobre la esclavitud en la cadena de suministro, pues los propios detallistas reconocen que, por desgracia, incluso fenómenos como la esclavitud, aunque cada vez sean menos, aún existen. En definitiva, me parece evidente que tenemos un problema.

Otra discusión es si tú o yo nos sentimos aludidos y moralmente obligados a hacer algo. Yo pienso que sí, que los que tenemos la suerte de poder llevar una vida digna, tenemos el deber de ayudar, cada uno dentro de sus posibilidades, a los más desfavorecidos. Digo esto porque, sorprendentemente, discutiendo este tema me he encontrado a más de uno que disiente.

Lo que no aparece en el programa es lo que también dije, y que me parece importante añadir.

En primer lugar, que esas condiciones sean indignas o que los salarios sean bajos, no significa que debamos demonizar a las marcas, ni que debamos dejar de comprar moda fabricada allí. Muchas veces esas mujeres con esos salarios tan bajos ganan más que sus maridos, que pueden, por ejemplo, estar tirando de un rickshaw. Además, si no tuviesen ese trabajo, estarían casi seguro peor. Este argumento todavía no exonera a nadie, pero sí nos alerta que la solución no es tan sencilla.

Y eso me lleva a plantear la siguiente pregunta: ¿Es práctico hacer algo para mejorar esas condiciones laborales? Algunos piensan que no, que debemos dejar que la “mano invisible” del mercado lo arregle. Después de todo, hay muchos datos que demuestran que la globalización, de la cual sin duda forma parte la industria de la moda, ha destruido muchísima pobreza en las últimas décadas. ¡A ver si haciendo cosas lo estropeamos! Mi opinión personal es que sí debemos hacer el esfuerzo de tratar de arreglar esas condiciones, aunque nos lleve tiempo y las soluciones no sean sencillas. La historia nos enseña cómo en Europa la justicia social impulsada por la Iglesia tanto católica como protestante, los sindicatos, las ONGs, y muchos políticos y gestores públicos han impulsado reformas que han permitido una mejora de las condiciones de vida de los más desfavorecidos. Si han funcionado aquí, ¿por qué no allí?

Finalmente uno debe plantearse, ¿y quién debe impulsar esas reformas? En el fondo, ¿quién es responsable? Entramos en un terreno espinoso, porque nadie se quiere ver retratado. Así que planteo mi punto de vista, con el mayor respeto hacia otras líneas argumentales, que me encantaría escuchar. Permitidme detenerme en los siguientes grupos de interés (stakeholders):

•   Las marcas. Me parece que las marcas tienen una gran responsabilidad, porque son los que ostentan el mayor poder en la cadena de suministro. Pero seamos realistas, si una marca decide comprar más caro a cambio de mejores condiciones laborales de los trabajadores, y su competencia no lo hace, perderá posición competitiva. Por eso, pienso que todos deben ponerse de acuerdo. Si no, iremos muy lentos. ¿Es eso una utopía? Quizá.

Siempre ha existido la crítica de que hay marcas que hacen más bien poco por los pobres pero lo comunican muy bien. A estas les aplicaría la reflexión de Cicerón cuando en su gran obra “Sobre los deberes” decía que “no hay género de injusticia peor que la de quienes en el preciso momento en que están engañando simulan ser hombres de bien.” Sin embargo, mi percepción personal es que este comportamiento es cada vez menos común, y que los administradores de las empresas de la moda se toman este tema cada vez más en serio y están haciendo esfuerzos en la buena dirección. Seguramente no con toda la velocidad que desearíamos. Es decir, se puede hacer mucho más.

•   Los gobiernos de países importadores. Los gobiernos pueden establecer leyes, como lo ha hecho por ejemplo el gobierno inglés con su ley contra la esclavitud en la cadena de suministro, que obligue a los importadores a cumplir ciertos mínimos. Quizá esos “empujoncitos” ayuden a las marcas a ir más rápido.

•   Los dueños de los talleres. Estos deben cooperar y no, por ejemplo como ha ocurrido en el pasado, volver a bloquear una salida de emergencia con montones de algodón, cuando se va el inspector que ha enviado la marca. Pero debemos ser conscientes que estos empresarios no siempre ganan tanto dinero y que las negociaciones de precios con las marcas son realmente intensas. Así que mejorar sustancialmente las condiciones laborales puede llevarles a perder clientela. En cualquier caso, seguro que pueden hacer mucho y, desde luego, no deberían permitírseles traspasar ciertas fronteras éticas.

•   Los gobiernos locales de los países productores también tienen una responsabilidad. Sin embargo, para algunos, obligar a una mejora radical en las condiciones laborales de este sector les puede implicar que las marcas se vayan a comprar a otros países y que por tanto destruyan el empleo que, aún precario, es mejor que el desempleo. No obstante, muchas veces la corrupción o falta de profesionalidad de estos líderes hace que actúen muy irresponsablemente. Sospecho que en Europa se fue más rápido y los gobiernos fueron más diligentes en defender a los más débiles. Este es un tema complejo que tiene raíces históricas y culturales muy profundas y en el que otros están más capacitados que yo para opinar. En definitiva, no tiremos la piedra solo hacia el país o el consumidor rico, también los líderes de los países pobres tienen gran parte de la responsabilidad.

•   Los consumidores. Los consumidores tenemos el deber, pienso yo, de exigir a nuestras marcas favoritas una cadena de suministro lo más digna posible. Pero nos falta información. Y, como he dicho, irnos a una marca “Made in Spain” puede suponer que una familia de otro país más pobre se quede sin su plato de arroz. Pero nuestra fuerza hará que las marcas y los gobiernos se pongan las pilas y que la sociedad se conciencie cada vez más de este problema.

El efecto Primark

 

Ayer salió en ABC un artículo escrito por Inma Zamora,  y que recoge algunas reflexiones mías sobre Primark, fruto del caso que escribí hace unos meses con Julie Ziskind y Jose Luis Nueno. Como Primark me parece uno de los fenómenos más interesantes en el comercio al detalle en España, añado aquí el cuestionario que me enviaron y mis respuestas. ¿Estáis de acuerdo con estos puntos, añadiríais o eliminaríais alguno?

 

  • ¿Cuáles son las claves que explican el éxito de Primark? Es una de las compañías en Europa que mejor ha comprendido cómo adaptar el modelo low cost a la moda. Sus pilares: una cadena de suministro muy eficiente, bajos costes operativos y volumen.
  • ¿Podemos hablar del «efecto Primark» como tal? Es decir, ¿ha sido tal su éxito que ha inaugurado un nuevo modelo de moda “lowcost” que no se había puesto en práctica hasta ahora? Sí, al menos en Europa. Los precios de Primark son realmente increíbles y han eliminado definitivamente el estigma asociado tradicionalmente a comprar moda barata. Inditex fue el pionero. Primark ha dado un paso más allá.
  • ¿Puede compararse el «boom» de Primark al que en su día tuvo Zara en España? ¿Cuáles son sus similitudes? ¿Y sus diferencias? Sí. En posicionamiento de precio, creo que Primark está dando el paso que dio Inditex con Zara hace tiempo. Pero las dos compañías son muy diferentes. Inditex tiene una cartera de marcas, lo que en mi opinión, diversifica el posible riesgo futuro. Además, la cadena de suministro es muy distinta e Inditex tiene más moda.
  •  ¿Es Primark la marca de referencia en moda «lowcost»?  Sí si hablamos de precio bajo en Europa.
  •  ¿En qué han cambiado nuestros hábitos de consumo desde el estallido de la crisis? Principalmente en que tenemos más miedo y menos dinero. Además, la subida del IVA no ha ayudado. Por tanto, diferimos, quizá indefinidamente, muchas compras que no son imprescindibles.
  •  ¿Somos los españoles muy aficionados a las grandes marcas? ¿Qué entendemos por grandes marcas? Para mi Zara, Bershka, Primark, son grandes marcas. Y sí, somos aficionados a ellas, pero no necesariamente más que otros países.
  •  ¿Cómo es posible que Primark logre unos precios tan bajos? ¿En qué escatima? ¿El truco? No lo hay. Sus pilares, como he dicho antes son tres:
    • Una cadena de suministro muy eficiente con una rotación de inventarios altísima. Zara es moda rápida. Primark no. Es muy rápida, pero es menos moda. Primark busca productos con diseños sencillos y materiales baratos, que no encarezcan la prenda innecesariamente, y con una calidad razonable. Además, minimiza el número de SKUs, para no tener que repetir sus pedidos. Todo el stock lo vede en la tienda, a cualquier precio.
    • Costes operativos muy bajos. Principalmente, porque sus tiendas están en las afueras, donde el coste es menor. Además, al ser hoy la “locomotora” de muchos centros comerciales, puede negociar mejor su renta. No invierten en publicidad, ni siquiera gestionan directamente los grupos de fans en las redes sociales. Tienen una estructura directiva muy plana, y gran parte del personal en tienda está en las líneas de caja. Hay poca venta asistida.
    • Tiendas muy grandes. Sus tiendas son de una dimensión desconocida hasta ahora para una cadena de moda. Una tienda Primark en media tiene una superficie de 3000 m2, pero la más grande llega hasta los 12000 m2. Este tamaño lleva a un gran volumen de ventas que, unido a los bajos costes operativos, compensen en parte los menores márgenes brutos que tienen sus prendas.
  •  ¿Es escasa la calidad de sus productos? ¿Qué entendemos por calidad? La relación calidad/moda/precio es excelente.
  •  Ya conoce la frase “nadie da duros a pesetas”… ¿qué compramos cuando compramos en Primark? Lo mismo que en IKEA: calidad/precio con un diseño adecuado. Pero también compramos una experiencia: el poder decir que con poco dinero hemos comprado varias prendas. Hay muchas compradoras que se graban en vídeo el reto de ver qué compran con 10 libras y luego lo comparten en youtube. Hay grupos de fans en Facebook que presumen de una compra inteligente, o que piden que les abran ya un Primark en su ciudad.
  •  ¿Cuáles son las principales debilidades de este modelo de negocio? En mi opinión, que está sustentado por ahora en un solo formato de tienda. Los consumidores en moda son muy infieles y poco predecibles. Si a Inditex le va mal con Zara, puede convertir muchas tiendas a otras marcas. Primark tiene que cerrarlas. Nuevos competidores con modelos similares pero una moda diferente podrían convertirse en una seria amenaza para Primark.
  •  ¿En qué se basa su ahorro en costes? Como decía más arriba, en sus bajos costes operativos, en su cadena de suministro y en sus tiendas.
  •  La principal técnica de marketing de Primark ha sido el «boca-oreja» sin necesidad de campañas de publicidad. ¿Qué tiene que tener una empresa para que consiga el éxito tan rápido y de esta forma? En este caso, precios muy baratos con una moda y calidad más que razonable.
  •  Primark tiene ropa de todo tipo, para todas las edades… ¿podría definirse un perfil tipo de consumidor de Primark? Todo el mundo puede comprar en Primark. El cliente “medio” no existe. Pero por precio y localización de sus tiendas, es cierto que tiene un consumidor que mayoritariamente es de clases sociales más bajas que los consumidores de otras marcas.
  •  ¿Tiene Primark un amplio margen de beneficio? No, tanto su margen bruto como su margen neto es menor al de otros competidores de referencia.
  •  ¿Cuáles son los principales competidores de Primark? En Europa hoy yo diría que H&M e Inditex. Pero son muchos más. Además, creo que Forever 21 podría convertirse en un fiero competidor, aunque aún está por ver que sean capaces de triunfar en el mercado europeo.
  •  ¿Podría extrapolarse el modelo Primark a otros sectores? ¿A cuáles? En algunas cosas se parece a un IKEA, en otras, a un hipermercado. Pero el modelo tal cual creo que no es extrapolable a otro sector.
  •  ¿Cree que el modelo Primark es un modelo de largo recorrido? ¿Está aquí para quedarse o pasada la crisis disminuirá su éxito? Pienso que está para quedarse.
  •  ¿Qué me dice de las nuevas tiendas “lowcost” que han surgido en España, como “Shana”, otra cadena de ropa barata y también de gran éxito? Pienso que dentro del lowcost seguirá habiendo innovación en los formatos, la cadena de suministro, la moda y, en definitiva, la propuesta de valor. Es decir, que al mismo precio bajo, un consumidor podrá adquirir una prenda a través de experiencias de compra muy distintas.
  •  ¿Cuáles son los retos de futuro de Primark? Continuar y afianzar su expansión internacional, demostrar que su modelo es sostenible en todos estos mercados y, como para cualquier empresa en los momentos actuales, mantener su reputación corporativa.

 

2010-2020: ¿La década de la escasez?

Drinking water scarcity

En un artículo, Business Week calificaba la década que estamos empezando como “la década de la escasez”. La crisis actual que vivimos en el mundo desarrollado será duradera, mucho más de lo que nos gustaría, como no se cansó de anunciar Nouriel Roubini. Por ello, los gobiernos tendrán que ser frugales, pero atrevidos, pues sólo la austeridad y la modernización conseguirán sacarnos del agujero en el que nos hemos metido. La clase media, ya lo vimos, se nos cae. Y las alegrías de antes, Cayennes incluidos, se han acabado.

Con un consumidor así, tan tocado, uno se desanima. Pero el espíritu luchador nos dice… ¡No tires la toalla!

Los “low cost” se frotan las manos. Y otras empresas se han espabilado. Allen Edmons, por ejemplo, anunciaba una drástica reducción de precios. Su CEO dijo, en el blog de la compañía: “el empleado medio americano se está recuperando a un nuevo comportamiento de compra normal. La locura de hace unos años no ha vuelto, por supuesto, y muy probablemente nunca lo hará, pero el consumidor está volviendo a producir crecimiento económico.”

El que más, el que menos, está tomando decisiones difíciles y atrevidas. Unos han optado por cerrar tiendas, por ajustar personal y ser más productivos, por nuevos canales de compra, por productos económicos que hasta hace nada menospreciaban, migajas que hábilmente recogieron las marcas blancas. Se invierten los presupuestos de marketing de nuevas maneras, se es mucho más imaginativo.

Escasez será por tanto nuestra compañera. Pero si los más perseverantes encuentran agua en el desierto, ¿cómo no vamos a encontrar negocios viables en nuestra querida Europa? Una Europa que, aun siendo vieja, aun dista mucho de convertirse en un desierto. En las empresas tendremos que innovar más. Tenemos que darle al consumidor más valor por menos dinero. ¿Será posible?

 

 

Photo: Drinking water scarcity (A woman carries water across the dry-bed of Neyyar reservoir, the main source of water for Trivandrum city, India), Uploaded by Feroze Babu

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