- Están los que salieron a la calle el 15M, y ya no han vuelto a pisar una plaza.
- Están los que, armados de entusiasmo, montaron las distintas plataformas. Cada plaza tiene la suya.
- Están los que tuitean y tuitean, pero que no salen de casa. Son la mayoría.
- Están los impacientes. Las sociedades tardan décadas en construir sus democracias, pero, como me decía un amigo, ellos la quieren ¡YA! Digamos que son los románticos de la democracia.
- Están los súper indignados contra todos: políticos, banqueros, empresarios, policía, iglesia, etc. Solamente ellos están a salvo de ser objeto de indignación.
- Están los que tienen plataformas a las que no escucha ni el Tato y que se arriman al movimiento 15M a ver si les caen algunas migajas.
- Están los nacionales y los importados, que en sus países sale muy caro indignarse.
- Están los que, aun indignados, en Agosto se van a la playita, y dejan las plazas vacías. Ya volverán en Septiembre con fuerzas renovadas y, de paso, mucho más bronceados.
- Están los persistentes, que acampan y acampan y acampan. A esos tendría que contratarles Decathlon, aunque solo fuera por su demostrada perseverancia y por la publicidad que le han dado a la marca Quechua…. ¿O será contra-publicidad?
- Están los que opinan A y los que opinan todo lo contrario.
- Están los que todavía creen que sus asambleas sirven para algo.
- Y luego estamos los indignados con los “indignados”
En definitiva, que lo que podía haber sido un bonito ejemplo de activismo cívico, se ha echado a perder miserablemente.
Foto: Indignez-vous ! de Stéphane Hessel By Agence Miracle